A mucha gente cuando le preguntamos en qué piensa cuando oye hablar de profesorado y alumnado, nos habla de las tradicionales aulas con sus mesas y sillas, pizarras y proyectores multimedia (cañón que ha sacado de apuros a muchos). Espacios en los que los y las docentes se presentaban como personajes con mucho que contar, como directores de orquesta que organizaban la formación, controlaban los aprendizajes y sus ritmos, evaluaban los avances…
Sin embargo, la introducción de las TIC en las aulas ha hecho que el papel que adopten unos y otros varíe. El alumnado es más activo y la relación con sus docentes ya no es tan jerárquica, las posiciones se han nivelado.
Los aprendizajes ya no son tareas exclusivas de los alumnos y alumnas, el docente también aprende porque sus grupos tienen mucho que aportar. La formación se convierte, por tanto, en un proceso dinámico y colaborativo en el que para el tutor, enseñar ya no es lo único y más importante.
Los nuevos espacios formativos hacen que las tareas del docente también cambien (es más, les cambiamos hasta el nombre, ahora les llamamos tutores o tutoras). Pero, ¿por qué este cambio? La adopción de un papel más activo del alumnado, la posibilidad de trabajar de un modo colaborativo y cooperativo, el cambio de los espacios de formación (podemos aprender en cualquier momento y en cualquier lugar gracias a los dispositivos móviles, tabletas y a la infinidad de herramientas y recursos que podemos encontrar en la red) ha hecho que el tutor o tutora se muestre más como un guía, animador, orientador, facilitador del camino a seguir para llegar al aprendizaje.
¿Y que se le pide a este tutor? Si nos fijamos tampoco se diferencia tanto de lo que se le pide a un tutor de formación presencial:
- Conocimientos de la materia que ha de trabajar con sus alumnos y alumnas
- Experiencia como tutor y/o en la materia que ha de impartir
- Manejar las herramientas TIC para el diseño de materiales y recursos didácticos
- Soltura en el manejo de entornos virtuales de formación, que no son exclusivos de la formación a distancia y pueden complementar perfectamente la formación presencial
- Ser un buen comunicador, mostrándose cordial, cercano y claramente interesado por cada uno de nuestros alumnos y alumnas, sus necesidades, intereses y dificultades
- Ser capaz de motivar a sus alumnos, despertando y manteniendo el interés a través de dinámicas colaborativas, respetando los ritmos e intereses personales, siendo empáticos…
Pero sobre todo se le pide que acompañe, facilite, modere, socialice, colabore, participe, oriente, ofrezca alternativas… es decir, que actúe como un tutor. Un tutor que va más allá de la simple transmisión de contenidos, de la propuesta de actividades y de la corrección de las mismas para una evaluación del aprendizaje alcanzado.
Un tutor que se integre en el grupo y sea un miembro más que facilita nuevas formas de trabajar y se alía con los recursos que la web le puede ofrecer para hacer llegar el aprendizaje a cualquier persona en cualquier momento y lugar, planificando una acción tutorial adaptada a cada curso y grupo.
Por esa razón, la nube se nos presenta como un nuevo escenario de enseñanza y aprendizaje en la que encontrar y compartir infinidad de recursos interesantes, útiles y aplicables a cualquier tipo de formación. Así que nos veremos, compartiremos y aprenderemos en la nube.