Si has seguido la evolución del eLearning estos últimos años, te habrás dado cuenta de que es una disciplina que va sufriendo cambios constantes, en su forma y contenidos. Hemos pasado de los cursos basados en documentos PDF, a los basados en vídeos en muy poco tiempo.

El rápido desarrollo de las tecnologías, y los cambios continuos en ella, han hecho que, en la corta existencia de esta modalidad, se haya apostado por múltiples formas de plantear la teleformación: entornos cerrados, cursillos guiados, formatos propietarios hoy obsoletos, aulas virtuales… Todos estos cambios continuos hacen que tengamos que replantearnos, y revisar constantemente, los materiales y herramientas que usamos para la formación online.

Muchas personas han asumido el concepto de “diseño instruccional” como una modalidad de teleformación dirigida a la formación continua o a la formación dentro de las organizaciones. Esto no es del todo correcto y está bastante incompleto. Cuando hablamos de diseño instruccional, nos referimos al diseño de los diferentes elementos que componen un ambiente educativo, donde se prima la claridad y efectividad de los elementos (entorno y contenidos), que ayudan al alumno a desarrollar sus capacidades para lograr ciertas tareas.

Para Bruner (1969), el diseño instruccional se ocupa de la planeación, la preparación y el diseño de los recursos y ambientes necesarios para que se lleve a cabo el aprendizaje.
Según Broderick (2001), el diseño instruccional es el arte y ciencia aplicada de crear un ambiente instruccional y los materiales, claros y efectivos, que ayudarán al alumno a desarrollar la capacidad para lograr ciertas tareas.

En resumen, el diseño instruccional es la práctica de crear experiencias de formación eficaces, interesantes y atractivas, primando la utilización de recursos y herramientas centradas en la audiencia del curso.

Hay muchos modelos y teorías de diversos autores sobre cómo diseñar eficazmente una acción formativa, pero todos coinciden en ciertos principios básicos que debemos tener en cuenta:

icono1Conoce a tus alumnos

Es fundamental saber el tipo perfil al que va dirigido el curso. ¿Quiénes son tus alumnos y cuáles son sus necesidades? ¿Son diestros en el ordenador o más bien no? ¿Cuánto saben del tema que nos ocupa? ¿Son expertos o novatos? Sabiendo quiénes son tus alumnos, y de dónde vienen, te ayudará a decidir cómo desarrollar el contenido y las herramientas tecnológicas necesarias para lograr un entorno que se adapte mejor a sus necesidades.

icono3Busca lo esencial

Otra tarea clave del diseño instruccional es distinguir y separar la información realmente necesaria para tus alumnos de la información que es interesante que conozcan. Debes omitir información superflua que no ayuda a los estudiantes a hacer su trabajo o tareas. Otra opción interesante es incluir esta información adicional como lecturas opcionales, cajas de «saber más» o enlaces de más información.

Cuando vayas a decidir qué información debes incluir en tu curso, pregúntate: ¿Es información crítica? ¿Necesitarán mis empleados saber esta información alguna vez para hacer su trabajo? Y si no lo saben, ¿cuál sería el impacto? Si la información entra en la categoría de “lo interesante”, no dudes y déjalo fuera.

Por ejemplo, si estás diseñando un curso de eLearning sobre cómo responder un correo electrónico, no es necesario incluir la historia de los emails en el mundo. Sólo enfócate en mostrar lo que necesitan saber para escribir mensajes de correo electrónico eficaces.

icono2Una estructura básica de un curso

No hay necesidad de reinventar la rueda cuando se trata de diseñar tus proyectos de eLearning. Para ayudarte, hemos incluido un marco básico para estos cursos:

  1. Bienvenida: Dales la bienvenida a tus alumnos al curso.
  2. Instrucciones: Explica cómo van a navegar por el curso y cómo va a ser la interacción con el docente.
  3. Introducción: Informa a los alumnos de por qué tienen que tomar el curso y qué beneficios recibirán por completarlo.
  4. Objetivos: Describe los objetivos específicos del curso.
  5. Contenido: Construye el contenido principal del curso aquí. Dependiendo de la longitud, es posible que debas separarlo en lecciones, cada una con su propia introducción, contenido, evaluación o autoevaluación y resumen.
  6. Evaluación: No sólo servirá para valorar al alumno, sino que también servirá para saber si el diseño instruccional del curso es adecuado.
  7. Recursos: Ofrece contenidos o recursos que refuercen el material del curso.

La mayoría de los cursos de eLearning siguen esta estructura general. Si te ciñes a ella, estarás en el buen camino para diseñar cursos espectaculares.

Conclusiones

Debemos ser conscientes del tipo de alumnos que vamos a tener, y de la evolución tecnológica actual, para adecuar el ambiente educativo y los contenidos de la mejor forma posible.

Un buen diseñador instruccional es aquél que sabe analizar y visualizar todos los elementos estructurales del programa formación, aportando las soluciones y estrategias óptimas a cada proceso formativo.